Aunque más que justo, este reconocimiento me parece también insuficiente. Creo que los que fuimos, somos o seremos (nunca se sabe a lo que una tendrá que recurrir para salir adelante) becarios merecemos mucho más. Es cierto que el primer mes de beca se aprende más que se trabaja, que en la mayoría de profesiones todos los días se aprende algo nuevo, pero llega un momento en el que el becario realiza el mismo trabajo que el contratado, a veces, hasta mejor.
Si no quieren pagar más a los becarios (los 350 euros de una beca convencional no han subido ni lo que el IPC en años), al menos, ya es hora que lo trabajado compute, no sólo a efectos de la jubilación, sino también para tener derecho a paro cuando el período formativo llega a su fecha de caducidad. Sería una recompensa más que merecida a las horas de esfuerzo y a las responsabilidades a veces fuera de lugar. Porque si no, lo único que permanece es la satisfacción personal del trabajo bien hecho, de haberlo dado todo de ti sin importarte la cantidad económica que recibes a cambio.
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