jueves, 22 de diciembre de 2011

SI YO FUERA RIC@...

Hoy es un día para soñar. Dentro de unas horas, los niños de San Ildefonso comenzarán a entonar el repiqueteo de cifras que da por inaugurada oficialmente la Navidad. Detrás de cada número que cantan hay un premio y detrás de cada premiado miles de ilusiones. ¿Para qué negarlo? Aunque sepamos que la probabilidad de que nos toque algo en el sorteo de la lotería de Navidad es solo de un 5,30% (y encima este año es menor que el anterior, al haber más números en el bombo), a la mayoría nos gusta pasar la mañana de hoy pegados a la radio o al televisor, soñando con que uno de esos resabiados niños canta nuestro número. Todos vivimos el día de hoy de una forma parecida y nuestros sueños también son similares. Ahí van unos cuantos:



HIPOTECA: ¿Quién no sueña con una vida sin hipotecas? El premio gordo, que este año es más gordo que nunca, será de 400.000 euros. Una cantidad que permite bien anular la hipoteca o bien no llegar a sufrir en las propias carnes el significado de una palabra que con solo pronunciarla asfixia mentalmente. Yo estoy en este último grupo. Si me tocase la lotería, aunque fuese el dinero justo para un piso, tendría el privilegio de pagarlo así al "pum pum" para vivir lejos del temido euribor y holgadamente sin necesidad de caer en negocios sucios como los de Urdangarín, quien en 2005 declaró sentirse "algo apurado" para llegar a final de mes. ¿Qué sabrá él de sentirse apurado? Me parece una falta de respeto contra cualquier economía doméstica media.



TRABAJO: Sé que la mayoría dice eso de "como me toque hoy la lotería, me quito de en medio y mi jefe ya no me ve más el pelo". Llámenme masoquista, pero no me imagino mi vida sin trabajar. No le daría la razón al conde de Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo, quien hace unos días dijo algo así como que los andaluces somos unos vagos. Otro que cree saber mucho sobre la vida real sin haber vivido nunca en ella. ¿Qué sabrá este tío de lo que es trabajar si se lo ha encontrado todo hecho desde que nació? Aunque personalmente no dejaría de trabajar si me tocase la lotería, he de reconocer que con unos cuantos millones en el banco, el concepto de trabajo sería diferente. Trabajaría en lo que me gusta, donde y cuando me apetezca. Trabajaría para disfrutar con lo que hago, no gratis, ni por dos duros, pero tampoco con la presión de tener que trabajar más horas de las que tiene el día para pagar las facturas.



VIAJES: Ni que decir tiene que buena parte de los españoles soñamos con que nos toque la lotería para disfrutar el premio en un viaje en buena compañía o en solitario, según los gustos de cada cual, con todo pagado. Destinos hay tantos como lugares en el mundo. ¿Los míos? Florida, Nueva York, París, Roma, Venecia, Islas Griegas...



CIRUGÍA ESTÉTICA: Hay quien con el dinero de la lotería se haría un arreglo aquí o allá. No estoy yo en este grupo, pero cada uno es libre de hacer con su premio lo que quiera: aumento de pecho, rinoplastia, implantes en los glúteos, lifting... las posibilidades son infinitas hoy día y los aficionados al bisturí parece que no son capaces de echar el freno. Sin ir más lejos, el otro día la cantante Alaska dijo en televisión que le gustaría tener más pecho y más culo, pero ¿dónde piensa metérselos si a simple vista ya no le caben más? Yo, como mucho, me quitaría la miopía.


REGALOS: A uno mismo y a los demás. En este grupo de sueños suelen entrar los coches y, si el premio da para mucho, una casa para otra persona de la familia. Yo regalaría a mis padres una casa en la playa y a mí misma un coche, eso sí, normalito, que tampoco me pirran los cuatro ruedas. Hay quien se regalaría un barco o un helicóptero, aunque tampoco son opciones para una persona como yo, que se marea yendo de copiloto en el coche.



En fin, las opciones y los sueños son infinitos. Sin embargo, mientras escribo todo esto, me da por pensar en las personas que hoy tienen un sueño diferente. En aquellos que solo piden que un ser querido que se encuentra enfermo se recupere pronto y vuelva a ser el que era un día. En aquellos a los que les gustaría no haber perdido para siempre a alguien antes de tiempo, demasiado pronto, aunque hayan fallecido a causa de la edad. Pensando en ellos, doy más valor que nunca al dicho popular de que el 22 de diciembre es el "Día de la Salud" para quienes no han recibido el regalo de la diosa Fortuna. Si no toca, siempre nos quedará la salud, un bien tan valioso que a algunos les gustaría que cayera de pronto desde el cielo fruto de un golpe de suerte. Suerte a todos.


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